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Ahora, el país está en paz. ¡Es muy bueno! Cuanto más practiques espiritualmente, más próspero, más rico, más dichoso, más feliz es el país. De lo contrario, no tienes que gritar: “¡Ah! Libertad. Independencia. Felicidad”. No hace falta gritar nada. Esas cosas vendrán naturalmente “buscándonos”.