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Desde mi habitación. Puedo ver todo el bosque. […] Y todas las personas-ave vienen todos los días y comen mi pan. Cuando vine la primera vez, no me compraron pan. Les daba las galletas veganas de nuestro Loving Hut. Se las comieron todas, amor, amor, y llamándose. ¡Oye! Ven, ven, ven.” […] Y dije, “Lo siento. No tengo pan hoy, pero tengo algunas galletas.” Ellas dijeron, “Bueno, muchas gracias”. (¡Guao!) Y les encantaron las galletas. Querían más. Porque dijeron que el pan pueden tenerlo en todos lados pero galletas así, no.