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Cuando (El Señor) Jesús estaba vivo, Él ni siquiera tenía zapatos. Tenía que esconderse en todas partes, a toda hora. […] Y entonces, después de que murió, mirad cuántas iglesias tenemos. (Sí) Vacías; algunas están vacías, algunas grandes y vacías. […] Podríamos repararla. Pagaríamos la electricidad, el agua, y la comida, y la repararíamos. Esa es la mejor manera de usar una iglesia, ¿verdad? Ir a rezar a Dios, meditar por la humanidad. Pero por supuesto, tendremos paciencia. No podemos hablar al mundo - en realidad no; todavía no. A la mente, no; al alma, sí. Las almas, ellas entienden. La mente no. […]
